Un sistema envenenado
Cristóbal Montoya Sanhueza
Era un día de semana como cualquier otro, en el mismo colegio, cocinandole a los mismos niños, ocupando los mismos procedimientos y recetas... No paraba de preguntarme ¿ Qué hice mal?. Llevo más de 18 años sirviendo a esta institución, he visto muchísimas generaciones egresar de acá. Algunos colegas, incluyendome, sentimos que le cocinamos a nuestros propios hijos y por nada del mundo les causarimos algún tipo de mal. Este mes llegaron dos ayudantes de cocinas y un stewear para que funcione más rápido el siestema. Yo no soy una persona superficial entonces no me guió por las apariencias de las personas. Desde un comienzo nunca quice pensar mal de ellos, eran los 3 unos jóvenes muy decentes y altos de ojos claros, casi parecían ser ángeles ya que eran de los más amable que había llegado a esta cocina. Pasé tantos momentos buenos con los tres que hasta un momento pensé en poner mis manos al fuego por ellos. Eran unidos pero siempre llegaban en horarios diferentes, solo el día después del incidente fue que llegaron los 3 al mismo tiempo con la mirada hacia abajo y casi mudos. Esa fue mi primera sospecha y como jefa de cocina y encargada del suministro de alimentos deje mis ollas a fuego lento para dirigirme silenciosamente a sus casilleros. No había duda para mi que ellos eran los culpables del envenenamiento ocurrido el día anterior y para mi sorpresa en el casillero que compartían los jóvenes encontré veneno de ratón y tantas pastillas que ya olvidé su nombre.
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